Hoy me quedé dormido, el sol brillaba alto cuando colaba el café. Los rayos reflejados en una ventana distante nos iluminaron por instante, apenas pude capturar nuestra sombra en la pared y ya no estaba más la sombra.
Igual seguiré con mi año sabático, explorando la sombra interior, esa que no mostramos. Pero tampoco es bueno ignorar, callar o desechar sin más. Violencia, odio, instinto de conservación. Bien adiestrada, nos salvará del buenismo en boga.
Desde los laureles que asoman a la calle, inadvertido para los viandantes, me retiro hoy como el que se hace el dormido. Dispuesto a releer las fábulas de Samaniego y a un tal Étienne de La Boétie, autores que desde siglos pasados pueden alumbrar el presente.
Feliz jueves.